La Vasija del Mendigo
Chandrakant era un mendigo indio que sé tenia por él ultimo de todos. “ No valgo para nada ”, solía repetirse a sí mismo. “ Soy un inútil, un parásito. Nadie me querrá jamás ”.
La única cosa, de veras, llamada suya era la sucia y vieja vasija de pedir, que jamás apartaba de su lado y que constantemente ponía delante de todo el que creía que probablemente le daría dinero. A veces lo hacia tímidamente, del todo conciente de su insuficiencia
Otras veces la ponía descaradamente delante de ciertas personas, especialmente si sentía envidia de ellas.
Esto lo sentía con frecuencia por lo cual experimentaba satisfacción mas que vergüenza en aceptar la caridad.
A menudo entraba a las tiendas, pidiendo a dueños y clientes indistintamente que le dieran una limosna.
Un día entro en una tienda de objetos curiosos y puro su pesada y vieja vasija de mendigo ante las narices del propietario.
“Por favor, se lo ruego. Tenga compasión de mí. Sólo preciso para un pedazo de pan. Tengo hambre. Tenga piedad de mí ”.
El dueño se queda mirando la sucia vasija del mendigo.
Por ultimo se la tomo a Chandrakant diciendo:
“ Deja que examine mas de cerca esa sucia vasija tuya ”
“Por favor, señor ”, exclamó Chandrakant, “démela... es lo único que poseo... ”
“Solo un minuto, le interrumpió el propietario de la tienda. Eres un mendigo. Tienes tu mas que yo ”
“Por favor, señor, no se burle de mí. Solo deseo........”
“Lo digo en serio. Tu no eres un pobre. Esa vasija tuya tan grande ¿por qué no la vendes? Es de oro macizo”.
Lee 1 Corintios 12, 4-11 que te ayudará a reflexionar sobre la película de tu vida.
Reflexión: Dios nos regala diversos dones, cada uno tiene una historia diferente, e incluso nuestros compañeros al empezar el encuentro nos han caracterizados de formas distintas a cada uno, somos todos diferentes, pero somos todos miembros de un mismo grupo, no todos pensamos iguales, no todos actuamos de la misma manera, no nos vestimos iguales e incluso unos son mas altos que otros, Dios nos quiere como somos y esta con nosotros en todo momento de nuestra vida, pero nosotros lo reconocemos en distintos momentos, algunos notamos su presencia en momentos tristes otros en momentos felices. Bueno Dios respeta nuestra forma de ser y nos regala distintos dones y carismas que nos permiten ponernos al servicio de nuestros hermanos. Cada uno de nosotros tenemos que poner al servicio del grupo los dones que gratuitamente el Señor nos regala.