martes, 27 de marzo de 2012

SEMANA SANTA



La Semana Santa es el momento litúrgico más intenso de todo el año. Sin embargo, para muchos católicos se ha convertido sólo en una ocasión de descanso y diversión. Se olvidan de lo esencial: esta semana la debemos dedicar a la oración y la reflexión en los misterios de la Pasión y Muerte de Jesús para aprovechar todas las gracias que esto nos trae.

Para vivir la Semana Santa, debemos darle a Dios el primer lugar y participar en toda la riqueza de las celebraciones propias de este tiempo litúrgico.

A la Semana Santa se le llamaba en un principio “La Gran Semana”. Ahora se le llama Semana Santa o Semana Mayor y a sus días se les dice días santos. Esta semana comienza con el Domingo de Ramos y termina con el Domingo de Pascua.

Vivir la Semana Santa es acompañar a Jesús con nuestra oración, sacrificios y el arrepentimiento de nuestros pecados. Asistir al Sacramento de la Penitencia en estos días para morir al pecado y resucitar con Cristo el día de Pascua.

Lo importante de este tiempo no es el recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender por qué murió y resucitó. Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por amor a nosotros y el poder de su Resurrección, que es primicia de la nuestra.

La Semana Santa fue la última semana de Cristo en la tierra. Su Resurrección nos recuerda que los hombres fuimos creados para vivir eternamente junto a Dios.

Domingo de Ramos:
Celebramos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén en la que todo el pueblo lo alaba como rey con cantos y palmas. Por esto, nosotros llevamos nuestras palmas a la Iglesia para que las bendigan ese día y participamos en la misa.

Jueves Santo:
Este día recordamos la Última Cena de Jesús con sus apóstoles en la que les lavó los pies dándonos un ejemplo de servicialidad. En la Última Cena, Jesús se quedó con nosotros en el pan y en el vino, nos dejó su cuerpo y su sangre. Es el jueves santo cuando instituyó la Eucaristía y el Sacerdocio. Al terminar la última cena, Jesús se fue a orar, al Huerto de los Olivos. Ahí pasó toda la noche y después de mucho tiempo de oración, llegaron a aprehenderlo.

Viernes Santo:
Ese día recordamos la Pasión de Nuestro Señor: Su prisión, los interrogatorios de Herodes y Pilato; la flagelación, la coronación de espinas y la crucifixión. Lo conmemoramos con un Via Crucis solemne y con la ceremonia de la Adoración de la Cruz.


Sábado Santo o Sábado de Gloria:
Se recuerda el día que pasó entre la muerte y la Resurrección de Jesús. Es un día de luto y tristeza pues no tenemos a Jesús entre nosotros. Las imágenes se cubren y los sagrarios están abiertos. Por la noche se lleva a cabo una vigilia pascual para celebrar la Resurrección de Jesús. Vigilia quiere decir “ la tarde y noche anteriores a una fiesta.”. En esta celebración se acostumbra bendecir el agua y encender las velas en señal de la Resurrección de Cristo, la gran fiesta de los católicos.

Domingo de Resurrección o Domingo de Pascua:
Es el día más importante y más alegre para todos nosotros, los católicos, ya que Jesús venció a la muerte y nos dio la vida. Esto quiere decir que Cristo nos da la oportunidad de salvarnos, de entrar al Cielo y vivir siempre felices en compañía de Dios. Pascua es el paso de la muerte a la vida.


¿Por qué la Semana Santa cambia de fecha cada año?
El pueblo judío celebraba la fiesta de pascua en recuerdo de la liberación de la esclavitud de Egipto, el día de la primera luna llena de primavera. Esta fecha la fijaban en base al año lunar y no al año solar de nuestro calendario moderno. Es por esta razón que cada año la Semana Santa cambia de día, pues se le hace coincidir con la luna llena.

En la fiesta de la Pascua, los judíos se reunían a comer cordero asado y ensaladas de hierbas amargas, recitar bendiciones y cantar salmos. Brindaban por la liberación de la esclavitud.

Jesús es el nuevo cordero pascual que nos trae la nueva liberación, del pecado y de la muerte.

Sugerencias para vivir la Semana Santa
Asistir en familia o a los oficios y ceremonias propios de la Semana Santa porque la vivencia cristiana de estos misterios debe ser comunitaria.
Se puede organizar una pequeña representación acerca de la Semana Santa.
Poner algún propósito concreto a seguir para cada uno de los días de la Semana Santa.


Catholic.net

jueves, 5 de enero de 2012

25 ANIVERSARIO DE LA FAMILIA JUVENIL SEGUIDORES DE CRISTO


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SEGUIDORES ACTIVOS Y PASIVOS
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MISA TRIDUO



PROCESION



MISA ANIVERSARIO




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ORACION POR LA PERSEVERANCIA DE LA COMUNIDAD
Y SACERDOTES


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miércoles, 15 de junio de 2011

domingo, 17 de abril de 2011

¿VALE LA PENA CONFESARSE?


En esta semana Santa, acerquemonos sin miedos al Sacramento de la confesión. ¿Vale la pena confesarse...?. Usted no está seguro ni de eso... Sabe que es débil... Sabe que tal vez vuelva a caer: no es de hierro ni de granito. Está en un mundo en dónde no es fácil la virtud. En donde la verdad, la honestidad, la justicia, la castidad, la mansedumbre... ¡no dan dividendos! ¿Vale la pena confesarse...? ¿Vale realmente la pena...? Y sin embargo, allí, dentro de Ud., a pesar de todos los argumentos en contra, Ud. sabe que vale la pena... Hay algo: un lastre que le pesa y que no le deja vivir... hay una sensación desagradable, insufrible, del que tiene las manos sucias... del que siente que sus ojos están sucios... y que su alma está sucia... Ese hombre se convence de que tiene, de alguna manera, que empezar de nuevo... Como en los viejos tiempos de la Escuela primaria cuando a hurtadillas arrancaba una o dos hojas del cuaderno de clase para que no hubiese en él ningún borrón... ¿Habrá alguna fórmula sencilla para arrancar hojas del cuaderno de la vida, y limpiar todas las manchas descargando nuestra conciencia...? Hay gente que dice que ha encontrado esa fórmula. Van a un psiquiatra, o a un psicoanalista. A él le descubren su conciencia,. Y tratan de investigar el origen de sus errores y fracasos... Hablan durante horas en el consultorio psiquiátrico, tratando de hallar la serenidad perdida... Pero es difícil reconquistar la paz. Lo que han dicho, está dicho, lo que hicieron, hecho está... Nadie puede borrar de la mente totalmente su pasado, ni hacer desaparecer las cicatrices de sus recuerdos con un monólogo, como si fuese una goma de borrar... Pero hablando, y hablando... –reconozcámoslo- uno se desahoga... Al compartir sus secretos, sus fracasos, su vida..., con otro, humanamente se libera. Es como si de pronto, consiguiésemos un amigo, un socio, un cómplice... Entre dos es más fácil llevar la carga, y compartir la responsabilidad de la vida diaria...

LA PARTE HUMANA DE LA CONFESIÓN

Este es también la parte humana de la confesión. La confesión descarga la conciencia, y la apuntala en el otro... con esta ventaja: que la confesión no son ni los honorarios, ni la idoneidad profesional, lo que hace que el otro escuche. No, en la confesión hay algo más. Aún en el plano humano Ud. se siente más seguro, más protegido en su confidencia, y en la serenidad del posterior consejo de ese hombre consagrado. Sabe que conscientemente no puede mentir, y que no le puede fallar..., y de que de sus labios no escapará ninguna infidencia, ni le perjudicará con el prejuicio, la pasión, o la prevención humana... el tiene que dar cuenta a Dios de todo lo que haga y diga: no se puede poner a inventar una nueva moral ni un nuevo dogma. En la confesión hay, además algo que ayuda a la reconstrucción de nuestra personalidad... Esta por el conflicto diario está en cierta manera deteriorada... ¿Cuál es la raíz de tantas personalidades fragmentadas? El que toda esa gente rehuye consciente e inconscientemente asumir sus propias responsabilidades. Buscan en el escapismo y la evasión, huir de su vida. Son “desertores” del puesto que la providencia les ha confiado: madres neurasténicas; esposos infieles; empleados deshonestos; hijos desobedientes; adolescentes en rebeldía. Inútilmente buscan alguien a quien echar la culpa de su desacomodación... Pero es inútil: ellos son los únicos culpables... Deberían a aprender a aceptarse a sí mismos y a su destino... Deberían aprender alegre y conscientemente su responsabilidad frente a Dios... En el psicoanálisis Ud. descarga su responsabilidad en el otro. En la confesión Ud. la asume frente a Dios. En el primero, se busca una transferencia y una explicación. Ud.,. se pone una etiqueta y se siente liberado... En la confesión Ud. es a la vez acusador, fiscal y juez de sí mismo... Ud. enfrenta su vida: no pone un polvo cicatrizante encima de la herida infectada... No la airea, la trata de curar... Si la cerrase sin antes haberla curado sería peor... ¡Que alivio se siente cuando uno al fin se siente dueño y responsable de su vida...! ¡Ud. es responsable! ¡Ud. es libre...! Si en su acusación hay sencillez y esperanza, Ud. está en vías de curarse... Pero, para eso, tiene que hacer su confesión delante de Dios...

¿DIOS?

¿Dios...? ¡Que pocas veces pensamos en Dios! ¡Que pocas veces sentimos a Dios...! Para la mayorías es algo oscuro y misterioso que le da miedo... Un ser infinito, y lejano, siempre silencioso... Y no es así... Está cerca suyo... Y lo va a sentir en la medida que Ud. se coloque en su verdadera medida... Sea Ud. humilde, no se haga el Dios... Si cae de rodillas frente a Dios lo conocerá a Dios... Si, precisamente cuando nos sentimos pecadores, es cuando estamos en vías de curarnos... ¿por qué? Porque allí, frente a nuestra miseria aprendemos a ser humildes –una virtud desconocida hoy...- y a través de ella reconocemos a Dios tal cual es... Una de las dimensiones más impresionantes de Dios, es su misericordia... La misericordia es el amor de Dios por el pecador. Dios –entendámonos- no ama el pecado, pero sí al pecador... el vino a decirnos que “era amigo de pecadores...” “que no venía por los justos, sino por los pecadores” Y que “hay más gozo en el cielo por un pecador que se convierte que por noventa y nueve que hacen penitencia”. La misericordia es la dimensión infinita del perdón de Dios. Quien cayendo de rodillas en la confesión haya sentido alguna vez que Dios le perdona, sin condiciones... El que sienta como otrora la mujer adúltera la pregunta de Cristo: ¿nadie te ha condenado, mujer...? Pues yo tampoco te condenaré, pero no quieras más pecar comprenderá cuan necesaria sea en su vida la confesión. Pero no una confesión "rutinaria", "ritual"... una de esas etiquetas sin contenido... No: la confesión tiene que ser auténtica, comprometida, verdadera... Esa es la confesión que le sugerimos que haga en esta semana... Será un comienzo de Vida verdadera. Como el comienzo de la sinfonía de una orquesta... Un canto a la vida... Un nuevo amanecer.

¿POR QUÉ BUSCAMOS EXCUSAS?

¿Por qué buscamos excusas para no confesarnos? La gran mayoría de las veces porque la confesión nos humilla... O porque no nos perdonamos... o porque nos parece inútil confesarnos, si tenemos la convicción de que volveremos a caer... ¿De qué vale vaciar el tarro de basura -me dijo alguien alguna vez- si después lo volveremos a llenar... ? Empecemos por lo último: con ese argumento nadie nunca haría nada... Ni se cortaría el pelo, ni se lavarían las manos... Hay gestos trascendentes en la vida... Gestos definitivos e irrevocables... Pero hay otros que hay que repetir sin cesar... Ud., por ejemplo, no puede tomar la decisión de guardar el equilibrio de ahora para siempre... Lo tiene que guardar en cada instante, si no resbala, cae, se viene abajo... Ese es el género de propósito que debemos aprender a hacer en la confesión... En resumidas cuentas, es el mismo que Ud. tiene que hacer cuando va al médico y se compromete a tomar los remedios y a cuidarse... Porque tiene que persuadirse que estamos todo un poco enfermos... Enfermos de sexualidad, de egoísmo, de envidia, de rencores, de violencia, de resentimiento, de pasiones mal domadas, de agravios, de mentiras, de injusticias, y de mil cosas más... Hay gente que frente a este hecho de experiencia diaria, se contenta con decir: "... Yo soy así..." "Es mi naturaleza y no la puedo cambiar" Esa frase es falsa. Refleja una cobardía y una comodidad. Es en el fondo un suicidio... Ud. tiene que aceptar su vida como un punto de partida, pero no puede renunciar a progresar... Ud. progresa en el plano material anhela mayores comodidades de las que tiene: una heladera mejor; una casa mejor; unas vacaciones mejores; un mejor puesto; un mejor sueldo... Todo está bien, pero anhele también progresar espiritualmente... Cada día tiene que ser un poco mejor... Hoy mejor de lo que fue ayer, mañana mejor de lo que es hoy.

NO PACTE CON SUS DEFECTOS...

No pacte con sus defectos... No cierre sus ojos ante sus contradicciones... No niegue sus errores... No quiera defender sus vicios... No los pregone si no quiere, pero reconózcalos delante de Dios... Delante de Él sea humilde: es la simple actitud que uno tiene delante del médico a quien le enseña sus llagas, y le habla de su enfermedad. Volvamos a ser sinceros con Dios. Ud. no es de hierro ni de mármol... Reconozca delante de El que es un pecador... "Señor quiero ver... " Señor ¡quiero curarme!" Busque con Dios su verdadero progreso... No lo haga consistir en ambicionar un lavarropas o un auto... Aunque haga años que Ud. no se confiesa... Aunque haga se haya olvidado las oraciones, y apenas si sepa hacer la señal de la Cruz... Ud. puede confesarse. Lo más importante es que ese encuentro con Dios sea inolvidable... ¡Qué Ud. se acerque a Él con deseo de sanarse! ¡Que con un grito de sinceridad diga en la confesión: "¡Señor! ¡Pequé...!"

NO IMPROVISE SU CONFESIÓN

No improvise su confesión: haga previamente un examen de conciencia... Recuerde cuánto tiempo hace, más o menos, de su última confesión, y eso dígalo al principio de su confesión. Luego, siguiendo los mandamientos diga los pecados que recuerde con sus circunstancias agravantes... Frente a problemas pendientes, proponga sus dudas, y las soluciones a las que ha echado mano hasta ahora... Pida consejo al sacerdote: recuérdelo, es hermano suyo y tiene la obligación de ayudarle... Al terminar su confesión escuche la penitencia que se le da. Son unas oraciones, o es tal vez, una meditación, o algo que se le pide que haga... Si no puede hacerlo dígaselo francamente al sacerdote. Y luego mientras él rece la absolución sobre su cabeza inclinada, rece el acto de contrición con toda sinceridad... Si no la recuerda, pídale perdón a Dios con sus propias palabras... Sentirá una nueva Vida, se lo garantizo... Volvamos a la pregunta inicial: ¿A Ud. le cuesta mucho confesarse?... Le decíamos al principio: No nos extraña a todos nos cuesta... Pero ¡qué bien se siente uno después que se ha confesado bien!... Es la sensación de bienestar que uno siente después de arreglar su ropero, o su habitación... A la tranquilidad que uno siente después que ha pagado una deuda... A la paz y felicidad que uno goza cuando después de la operación el médico le dice: ¡Amigo, la operación ha sido brava, pero Ud. se ha salvado!.. Goce Ud. también de esa terapéutica de Dios... Es el mejor regalo divino, y está allí a su mano... VIVE EN GRACIA DE DIOS, LA SEMANA SANTA..

ANIVERSARIO DE LA FAMILIA JUVENIL SEGUIDORES DE CRISTO


SEGUIDORES ANTIGUOS Y NUEVOS SEGUIDORES


22 DE NOVIEMBRE DEL 2010

martes, 29 de junio de 2010

SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO

La solemnidad conjunta de San Pedro y San Pablo es la conmemoración del martirio en Roma de los apóstoles Simón Pedro y Pablo de Tarso, celebrada el 29 de junio.


La fecha bien es el aniversario de sus muertes o del traslado de sus reliquias.[1] En el Santoral católico, es celebrado como solemnidad. En las últimas décadas, esta fiesta ha sido de importancia para el moderno movimiento ecuménico como una ocasión en la que el Papa de Roma y el Patriarca de Constantinopla han oficiado servicios diseñados para que sus iglesias más cerca de intercomunión, como participación en lo común. Este es especialmente el caso durante el pontificado de Juan Pablo II, tal como se refleja en su encíclica, Ut Unum Sint [1] (25 de mayo de 1995



ORACIÓN POR EL PAPA



Sosten al Papa con tu oración, rezala todos los días.



Oh Jesús, Rey y Señor de la Iglesia: renuevo en tu presencia mi adhesión incondicional a tu Vicario en la tierra, el Papa. En él tú has querido mostrarnos el camino seguro y cierto que debemos seguir en medio de la desorientación, la inquietud y el desasosiego. Creo firmemente que por medio de él tú nos gobiernas, enseñas y santificas, y bajo su cayado formamos la verdadera Iglesia: una, santa, católica y apostólica. Concédeme la gracia de amar, vivir y propagar como hijo fiel sus enseñanzas. Cuida su vida, ilumina su inteligencia, fortalece su espíritu, defiéndelo de las calumnias y de la maldad. Aplaca los vientos erosivos de la infidelidad y la desobediencia, y concédenos que, en torno a él, tu Iglesia se conserve unida, firme en el creer y en el obrar, y sea así el instrumento de tu redención. Así sea

domingo, 6 de junio de 2010

FOTOS PRIMER JUEVES DE VIGILIA


Estos son los jovenes fieles que cada primer jueves
acompañan por una hora al Señor. Oremos por su
perseverancia y para que muchos más jovenes
se agreguen a esta hora de Vigilia
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viernes, 28 de mayo de 2010

FOTOS DE LA VIGILIA DE ORACIÓN EN PENTECOSTÉS



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